¿Se imaginan lo que sería ganar un premio en metálico de casi dos millones de dólares y no poder cobrarlo porque no cumplen los requisitos para optar a él? Pues esto mismo le puede suceder a Paul Dunner, el golfista amateur irlandés que, a falta de la última jornada, comparte la primera posición en la clasificación del The Open Championship junto al sudafricano Louis Oosthuizen y al australiano Jason Day.
El jugador de 22 años ha embelesado a todos con su juego, y en la tarde del domingo batió el récord de un golfista amateur en 54 hoyos -204 golpes-, además de que su tercera ronda fue la más baja de un aficionado en la historia de St. Andrews -66 golpes-.
Una meteórica carrera en el campeonato que ha provocado que el último día comparta protagonismo junto a campeones de la talla de Spieth, Oosthuizen o Day. Éstos pelearán por obtener la Jarra de Clarete y entrar en la historia de este deporte. Sin embargo, Dunne es el único que no va a obtener un cheque por su trabajo esta semana, independientemente de la posición en la que termine. ¿La razón? No es un golfista profesional.
El irlandés podrá llevarse a casa los trofeos, pero no formará parte ni de los 1,8 millones de dólares si gana ni de la bolsa de 10 millones de dólares en premios para los restantes participantes. Pero no se preocupen por el suculento premio, no se pierde. Simplemente salta un lugar y pasa a formar parte del siguiente golfista. Y es que así es como lo estipula el reglamento de la R&A.
“Un golfista aficionado puede aceptar un premio simbólico de cualquier valor. Un premio simbólico es, por ejemplo, un trofeo –una taza, una medalla, una placa, etc.- de oro, plata, cerámica, vidrio o de cualquier otro material que esté grabado de forma permanente”.
¿Y por qué Dunne no se declaró profesional antes del British? Realmente no se esperaba algo así este año. Está clasificado en el puesto 80 en el Ranking Amateur Mundial y con las lógicas pocas expectativas de cara al triunfo su idea era saltar al mundo profesional a finales de año. Las casas de apuestas tampoco tenían mucha fe en una hipotética conquista del Old Course de St. Andrews, llegándose a pagar hasta 1500 dólares por cada dólar apostado.
Pero ahí está. A 18 hoyos de la gloria. Una cosa está clara, la presión no la va a tener él, sino los profesionales que poseen la imperiosa necesidad de doblegar al amateur. Esto lo puede aprovechar el jugador europeo para, paso a paso, caminar hasta el triunfo y dejar su nombre bordado en la historia.