Parece casi surrealista que un putt no embocado desde el Valle del pecado del Old Course de St. Andrews haga caer en 140 millones de dólares el valor de una empresa que tiene su sede a más de tres mil kilómetros de distancia, en Nueva York. Pero sucedió el pasado fin de semana. Su protagonista, Jordan Spieth.
El golfista texano debía embocar un larguísimo putt desde el histórico hoyo 18 del complejo escocés para empatar con -15 junto a Zach Johnson y Marc Leishman en lo alto de la clasificación y sumarse a la ronda de desempate. Sin embargo, la bola se quedó a escasos centímetros del agujero y el deportista de 21 años perdió toda opción de conquistar la Jarra de Clarete. Evidentemente, el primer perjudicado fue él. Pero el otro gran damnificado fue sin duda Under Armour, su único patrocinador de ropa.
Spieth viajaba al The Open con la idea de lograr el triplete y avanzar con paso firme hacia el Olimpo del golf. Una victoria en el Old Course le hubiese asegurado el tercer título importante del año –una hazaña no lograda desde 1953- y una cifra sin precedentes desde que el Grand Slam se encuentra dividido en cuatro torneos. Pero a medida que su putt iba acercándose al agujero los inversores se apresuraron a vender acciones de la marca deportiva.
Las acciones de Under Armour, que cotizan en la Bolsa de Valores de Nueva York, cayeron desde un precio de 89.46 dólares -seis minutos antes del putt- a 88,79 dólares minutos después de que el golfista firmara el par en el 18. La caída de 67 centavos por acción puede ser de poco interés para una empresa valorada en unos 19 mil millones de dólares, pero esos 67 centavos multiplicados por cerca de 215 millones de acciones en circulación hacen una cifra mareante de 140 millones de dólares –unos 127 millones de euros-.
Pero no se sientan mal por la firma de ropa norteamericana. Sus acciones han subido casi un 50 por ciento en los últimos doce meses, y lo que le queda. Y es que Under Armour firmó a principios de año un acuerdo de patrocinio con Jordan Spieth ¡por 10 años! El golfista deberá vestirse de la cabeza a los pies con la marca para todos los eventos en los que participe. Fue para la empresa un regalo llovido del cielo, ya que el texano consiguió meses después el Masters de Augusta y el US Open.
Si hubiese conseguido la Jarra de Clarete el interés en él se habría disparado, como afirma Nigel Currie, consultor de patrocinios. “Si hubiese tenido la oportunidad de conseguir este año el Grand Slam, el hype de la gente hubiese estado por las nubes. Habría tenido más peso comercial que Tiger a su edad”.
Lo que es cierto es que aunque Spieth haya dejado escapar este año la ocasión, no faltarán muchos años hasta que le veamos como uno de los grandes de la historia del golf. Su marca de ropa se frota las manos.