Nunca es fácil cuando un torneo se descuelga del calendario, y más aún cuando se trata de un campeonato de la relevancia del PGA Grand Slam de Golf, donde se enfrentaban a 36 hoyos los ganadores de los últimos Majors disputados.
Jugadores de la talla de Tiger Woods –siete ocasiones-, Greg Norman –tres-, Jim Furyk –dos- o el sudafricano Ernie Els –dos- son solo algunos de los ejemplos de grandes golfistas que han dado lustre a este evento, pero esto no ha sido un elemento suficiente para lograr una solución al problema que se respiraba desde hace meses con esta prueba.
Como recordarán, cuando Donald Trump pronunció sus ya célebres acusaciones sobre los inmigrantes mexicanos, la PGA quiso desmarcarse inmediatamente del excéntrico magnate e intentó darle un golpe moral donde más le duele: atacándole en su, hasta el momento, impoluta relación con el circuito norteamericano. La PGA decidió por unanimidad que a partir de ese momento el Grand Slam de Golf dejaría de disputarse en el Trump National de Los Ángeles, una decisión aplaudida por el gran público.
“La PGA se reunió en el día de ayer con Donald Trump y las dos partes han decidido de mutuo acuerdo que el PGA Grand Slam de Golf de 2015 no se dispute en el Trump National de Los Ángeles”, rezaba la organización en un breve comunicado emitido con el fin de encontrar una nueva sede en la que albergar el campeonato. Pues bien, pasaron los meses y todo seguía igual. Hasta ayer cuando, en otro escrito, la PGA daba por zanjado el torneo –al menos por el momento- atendiendo a criterios de “falta de espacio e interés mediático”.
“Cuando el PGA Grand Slam de Golf se lanzó en 1979, el mundo del golf era diferente al que vemos en día. La gran cantidad de torneos y la agenda extremadamente activa de los mejores jugadores del planeta hacen complicado atraer un mayor nivel de atención e interés mediático en este evento”.
Así pues, nos quedaremos sin conocer -quien sabe si solo durante un breve período algún tiempo- al campeón de campeones de Majors.