Hace apenas un mes todo eran caras largas para aquellos que habían apostado seriamente porque el golf se incluyera dentro del programa olímpico. Las numerosas ausencias en la competición masculina, entre los que se encontraban algunos de los mejores jugadores del mundo, hacían presagiar un envite algo descafeinado sobre el suelo de Marapendi.
Pero nada más lejos de la realidad. El final tan abierto que protagonizaron Justin Rose y Henrik Stenson sirvió para que el domingo se agotaran las 15 mil entradas puestas a la venta para la ocasión. Además, a esto hay que sumarle que el torneo femenino fue seguido enormemente desde Asia –lugar de procedencia de las tres golfistas que obtuvieron medalla-. Así pues, costaría creer que el golf no tuviera cabida más allá de 2020. Y así se expresa también Ivan Khodabakhsh, director ejecutivo del Ladies European Tour.
“Si antes tenía preocupaciones, ahora ya no tengo ninguna”, confirmó el directivo ante las cámaras de la BBC. “Este deporte ha demostrado su eficacia en un evento tan importante. Podemos mirar sin ningún temor más allá de los Juegos Olímpicos de Tokio, porque con los datos en la mano el golf ha cumplido con creces”, aseguró.
Sin ir más lejos, la victoria de Justin Rose llevó a diez millones de telespectadores ingleses a estar delante de la pantalla en la entrega del oro, un triunfo que ha resonado mucho más que su victoria en el US Open del año 2013. “Es una grandísima oportunidad para mostrar el golf a millones de personas en todo el mundo. Que vean que no solo es un entretenimiento, sino un deporte muy competido y al más alto nivel”, concluyó Khodabakhsh.
En 2017 es cuando el comité olímpico evaluará deporte por deporte aquellos que cumplen los requisitos para seguir formando parte del programa, pero a nadie le cabe la menor duda de que el éxito acumulado en Rio de Janeiro ponderará mucho para que el golf siga engrosando la nómina competitiva más allá de Japón.