Cómo pasa el tiempo. Parece que fue ayer cuando comenzó la andadura de la Ryder Cup, tal y como se la conoce hoy en día, enfrentando a los equipos de Estados Unidos y de Europa. Corría el año 1979 en el The Greenbrier de White Sulphur Springs (Virginia Occidental, Estados Unidos) cuando el equipo norteamericano capitaneado por el recordado Billy Casper vencía a un equipo europeo que contaba con un jovencísimo Seve Ballesteros y Antonio Garrido como únicos españoles.
La contundente victoria del combinado estadounidense por 17 a 11 reflejaba lo que había sido una constante años atrás en sus enfrentamientos con Gran Bretaña.
Hasta ese momento, Estados Unidos sólo había perdido tres ediciones de las 23 disputadas hasta la fecha. Y poco iba a cambiar dos años más tarde, con la sonrojante derrota del viejo continente en casa. El Walton Health de Surrey fue testigo de cómo los Tom Watson, Raymond Floyd, Lee Trevino y compañía se paseaban por el campo a la vez que retenían el trofeo por 18½-9½.
Esta Ryder Cup hizo despertar a Europa, y en la siguiente edición disputada en el PGA National (Palm Beach Gardens, Florida) Estados Unidos tuvo que sudar para mantener su hegemonía en el golf mundial. 14 ½ a 13 ½ fue el resultado final de un evento que dejó las mimbres para lo que ocurriría en 1985.
The Belfry (Sutton Coldfield, Inglaterra) era el lugar indicado para el resurgir de un continente. Por primera vez en la historia hasta cuatro españoles se daban cita en el evento del golf por excelencia. Seve Ballesteros, Manuel Piñero, José María Cañizares y José Rivero completaban un histórico equipo que contaba con los escoceses Sandy Lyle y Sam Torrance como principales estiletes y al alemán Bernhard Langer como fiel escudero.
Era un 15 de septiembre de 1985 cuando Sam Torrance embocó un putt ganador de 7 metros en el hoyo 18 para batir a Andy North y poner el 14 ½ a 8 ½ para Europa con tan sólo cinco partidos por disputarse. La imagen de Torrance con los brazos en alto formando una “v” de victoria ha sido desde entonces un icono de la Ryder Cup, y supuso la primera derrota estadounidense desde 1957.
“Fue el día en el que el Tour Europeo despegó”, afirma Manuel Piñero, ganador de dos partidos esa semana –al igual que Cañizares; Seve consiguió tres- y los libros de historia avalan esa teoría. Desde entonces, los jugadores europeos comenzaron a experimentar una época dorada en los torneos y la Ryder Cup dio un giro de 180?, un dominio que continúa hasta nuestros días –desde la primera victoria en 1985 Europa ha conquistado 10 de las 14 ediciones-. Pero no hay que olvidar de dónde venimos. Todo comenzó en The Belfry hace ya 30 años.