El golfista alemán Florian Fritsch tiene que hacer un esfuerzo extra para recorrer los campos del European Tour. Este jugador, de 29 años, decidió en 2010 dejar de viajar en avión por el miedo a volar que, según él, padece desde 2006, por lo que se desplaza por carretera o mar a todos y cada uno de los torneos a los que acude.
“Volar no siempre fue un problema para mí”, explica Fritsch, y continúa: “empezó a serlo en 2006, y la cosa se fue poniendo cada vez peor, hasta el punto en que vi que estaba afectando demasiado a mi calidad de vida”.
Por esta razón, cuatro años después de comenzar a sentir esta fobia, el jugador decide dejar de viajar por el aire. Y curiosamente “empecé a jugar mi mejor golf”.
Fritsch es tres veces subcampeón del Challenge Tour de este año y ha acabado en el puesto 12 en la lista de ganancias y con ello el pasaporte a la primera división del golf europeo.
El golfista germano atribuye su éxito a su creciente madurez y al trabajo con su entrenador, Martin Hasenbain, que ha ampliado sus opciones de golpeo y lo ha hecho más versátil.
Pero, sobre todo, Fritsch destaca que desde que ha aceptado su miedo a volar se siente “feliz”. “Creo que este miedo me ayudó, para ser honesto. Es una de las mejores cosas que me han pasado”, llega a decir, recordando como el mismo año en que toma la decisión sobre su pánico y no vuelve a coger un avión, termina primero y segundo en los dos únicos eventos EPD que juega, queda quinto en un torneo del Challenge Tour y obtiene su tarjeta del European Tour a finales de ese año tras quedar sexto en la Escuela del Tour.
El jugador alemán hace cálculos, y dice que la distancia más larga que le ha tocado recoger es la que separa Tarifa, en Cádiz, de su casa en Heidelberg (Alemania): 2.000 kilómetros. La que no ha recorrido, un torneo en Lviv, en Ucrania. Y termina bromeando: “sé mucho acerca de rutas en ferry”.