Desde luego que hay países que van a ir con lo justo a Río de Janeiro dentro de mes y medio. Entre la insalubridad del agua, el clima de inestabilidad que se respira por todo Brasil y la enorme extensión de los miedos hacia el virus del Zika, el golf va a perder una preciosa ocasión para que el mundo entero se deleite con los mejores jugadores del planeta. Pero de entre todos, si hay un equipo que va a verse afectado –mucho más allá del irlandés debido a la baja de Rory McIlroy-, ése es el sudafricano.
Primero fue Louis Oosthuizen, luego Charl Schwartzel y hace escasas horas se ha incorporado a esta larga lista Branden Grace. Como leen, en un abrir y cerrar de ojos el capitán del combinado africano, Gary Player, ha pasado de tener un grupo de garantías con el que luchar codo con codo para obtener una medalla a tener que conformarse con el cuarto y el quinto sudafricano del ranking mundial que, sin pretender desmerecerlos, no gozan ni del caché ni del prestigio de los ausentes.
Especialmente dolorosa ha sido la baja de Grace, con el que prácticamente todo el mundo contaba para ser de la partida en el Campo Olímpico ubicado en la reserva de Marapendi. “Me voy a casar en noviembre y tengo la intención de comenzar a formar una familia”, admitió el golfista al ser preguntado. “En estos momentos tengo que poner mi salud por delante de todo lo demás”, sentenció.
Así pues, Jaco Van Zyl, de 37 años y gran conocedor del circuito europeo, y el joven Brandon Stone, último campeón en el Abierto de Sudáfrica, intentarán hacer olvidar a los que no están. Aunque todavía hay esperanzas para un plan B, como el propio Player se encargó de comunicar en redes sociales. Tirando de sentido del humor, él mismo se ofreció a jugar en agosto. “Este verano estaré en Río, no tengo planes de que vaya a tener más hijos y promedio unos 70 golpes por ronda en el último año. Estoy preparado para jugar en el caso de que se dé cualquier otra baja”, finalizó. Al mal tiempo buena cara.