Esta es una de esas historias que llega a los medios de vez en cuando y que manifiesta el impacto que la crisis económica ha tenido en los hogares de todo el mundo, independientemente de la profesión que ocupara antes de la llegada de la recesión. El protagonista de la misma es Jeff Bradley, un célebre periodista norteamericano especializado en golf que se ganó su fama a través de las entrevistas y crónicas que escribió para ESPN durante un buen número de años.
Era el encargado de cubrir los grandes torneos y de entrevistarse con los mejores del planeta. Todavía recuerda cuando viajó hasta Arizona para cenar con Phil Mickelson, allí donde Lefty le explicó con todo lujo de detalles su colapso en la ronda final del US Open de 2006 en Winged Foot. “Puso los cuchillos en la mesa de tal manera que hizo un mapa de los hoyos que erró el domingo”, recuerda con una sonrisa el periodista. También se trasladó en una ocasión hacia Standford para elaborar un reportaje acerca de todos los golfistas que jugaron con Tiger durante su primer año en Palo Alto.
Pero todo eso acabó en 2012, cuando la ESPN alegó problemas económicos y le puso con las maletas en la puerta. Entonces comenzó un largo periplo en el que estuvo realizando encargos por aquí y por allá, pero sin la seguridad que otorga un empleo fijo. Además, el tener a un hijo en la universidad y a otra a las puertas de entrar le hizo platearse su futuro y decidió reconducir su vida, laboralmente hablando.
“No encontraba trabajo y me vi obligado a pedirle ayuda a un jugador profesional que es amigo mío. Le pregunté si conocía algún campo de golf que pudiera necesitar a alguien. En un primer momento pensaba en algo así como dependiente de la tienda o incluso en trabajar junto al caddie master, pero él me ofreció otra cosa. Me dijo que conocía un sitio en el que necesitaban una persona para ocuparse del mantenimiento”, dice Bradley según recoge GolfDigest.
Bradley no se lo pensó dos veces. En estos meses el periodista ha aspirado suelos, limpiado baños y ha dado lustre a decenas y decenas de zapatos con la mejor de las sonrisas, la misma que les proporciona a aquellos miembros e invitados que acuden a él para que les narre anécdotas pasadas junto a los grandes de este deporte.
Su papel no ha cambiado después de todo. Él sigue escuchando historias ocurridas dentro del campo. La única diferencia es que en lugar de que su entrevistado sea el campeón de Augusta, es un aficionado con hándicap 12 que está hablando de su último doblebogey. El trabajo es trabajo.