A este chico no le debieron decir mucho en sus años de infancia aquello de “no está bien meterse con los mayores”. Pareció saltarse estas directivas la torera y al final ha pasado lo que tenía que pasar. Lee McCoy, una de las estrellas del equipo de golf de los Bulldogs de Georgia, se encontraba el pasado viernes entrenando sobre la hierba cuando no se le ocurrió nada mejor que imitar el swing de Chris Haack, su entrenador, una persona que recientemente ha sido operada de una de sus rodillas y que arrastra desde hace tiempo problemas de espalda. “Ni la definición de karma instantáneo bastaría para describir lo que me sucedió”, atinó a apuntar McCoy.
Y es que, en pleno jolgorio y cuando todos los presentes comenzaron a reír, el joven jugador estadounidense sufrió un dolor repentino. El extraño que hizo para burlarse de su entrenador le conllevó la dislocación de una de sus costillas en un abrir y cerrar de ojos. “Me puse a imitar su swing lo mejor que pude y a la siguiente bola no podía ni siquiera girar el cuerpo. Todo el mundo que estaba en ese momento allí pensó que ese número seguía formando parte de mi actuación, pero ni mucho menos. Lo decía muy en serio, no me podía mover”.
McCoy, incluido en su etapa junior en el primer equipo del All-American, jugó en el pasado US Open del mes de junio. Aunque no consiguió pasar el corte, realizó los mismos golpes que algunos de los golfistas más laureados del circuito, como Graeme McDowell o Miguel Ángel Jiménez.
Su actuación con apenas 21 años no pasó desapercibida para el gran público. Fue un evento en el que aprendió muchas cosas, pero todo parece indicar que esta semana ha conseguido aprender una lección incluso más importante que las adquiridas en Chambers Bay, algo con lo que parece bromear su entrenador: “Le dije que se anduviera con mucho ojo si iba a meterse con alguien con problemas de espalda, pero no me hizo mucho caso”.
Ahora seguro que se lo piensa dos veces antes de mofarse de alguien.