STOP homofobia. Se puede decir más alto pero no más claro. Y el golf ha tomado la iniciativa para acabar con este tipo de comportamientos que hacen del deporte un lugar menos inclusivo en el mundo. Si el pasado mes de julio fue la mismísima PGA quien mandó un aviso a todas las instituciones y políticos de Carolina del Norte por la aprobación de la conocida como HB2, -la ley que, entre otras muchas cosas, discrimina gravemente al colectivo transexual por obligar a las personas a acudir a los baños públicos en función de su sexo biológico- ahora ha sido la NCAA (National Collegiate Athletic Association) quien pretende cortar de raíz en las relaciones con este estado.
“El PGA de América transmite su fuerte rechazo a la “Ley de Baños” de Carolina del Norte. Esto contradice nuestro compromiso de crear un juego inclusivo y acogedor allá donde vamos. Todavía tenemos la esperanza de que esta ley pueda hacerse para atrás”, escribió en un comunicado la propia PGA. Pero pasan los meses y no hay visos de que esta criticada ley –que ya le ha costado al territorio el disgusto de ver cómo la NBA haya trasladado el All-Star de 2017 de Charlotte hasta Nueva Orleans- pueda hacerse para atrás.
Es por esto que, en el mismo sentido que ponía de manifiesto el circuito norteamericano, se ha expresado la Junta de Gobernadores de la NCAA, que ha criticado que “la legislación actual de Carolina del Norte dificulte los compromisos de integración que la NCAA adquirió en ese estado”. Sin embargo, y al igual que ocurrió con el PGA, desde la parcela directiva de las universidades no se ha tomado la decisión de eliminar sus eventos del calendario desde este mismo momento, y deja la decisión en manos de las conferencias, que serán los encargados últimos de dictaminar si un torneo se disputa o no en ese territorio.
Quizá el estado escarmentaría si más deportes siguieran el ejemplo del baloncesto y dijeran no a jugar en un lugar con una legislación impropia de un estado desarrollado del siglo XXI.
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