Después de que el actual número uno mundial Rory McIlroy estuviera a la sombra de Jordan Spieth durante cuatro días en Augusta, el mundo del golf le ha dado vueltas a la cuestión de si realmente es una mala noticia para el golfista europeo el no haber ganado este torneo.
Obviamente para el norirlandés supone una decepción no haber conseguido el Grand Slam en este 2015. Sin embargo, hay motivos de optimismo –si no para él, para el resto de los espectadores–, pues el duelo McIlroy-Spieth puede convertirse en el plato fuerte de este deporte durante la próxima década.
Hubo actuaciones espectaculares en Augusta, como la de Phil Mickelson –que terminó como subcampeón– que al término de la jornada del domingo afirmó que Spieth “no tiene debilidades”. “No domina el campo de golf, pero juega estratégicamente bien. Todos los golpes los hace correctamente, y eso es algo que no se puede enseñar”, comentaba Lefty.
Spieth mostró sus armas en Augusta, unas armas que llevaba afilando desde hace un año, cuando se le escapó la Chaqueta Verde en la última jornada. La ascensión del texano, propietario de la segunda posición en la clasificación mundial, podría suponer un golpe a la moral de McIlroy. Sin embargo, podría darse el efecto contrario en el deportista europeo.
Es evidente que Rory se ha enfrentado de forma brillante en los últimos meses a la presión por ser el número uno. No hubiese habido forma de conseguir tres de los cuatro Majors sin una enorme cantidad de coraje mental y fe en sí mismo. McIlroy se crece ante la presión. Además, la humildad le ha hecho ganar enteros, en clara contraposición con Tiger Woods, que tenía una convicción fanática en su propia supremacía.
Esto es lo que ha convertido a Tiger en una figura enigmática dentro del golf. Un jugador que da la impresión de tener una actitud de desprecio hacia el rival y hacia lo que está pasando a su alrededor. El californiano conjura la imagen de lobo solitario, de hombre hecho a sí mismo, del vaquero caminando solo por el oeste.
Rory es un genio humilde dentro de una comunidad muy unida, que puede prosperar en la camaradería que Woods nunca tuvo. Es por esto que Spieth tiene en el norirlandés a un digno oponente y alguien con el que podría tener una rivalidad deportiva durante los próximos diez o quince años. “Es mucho más maduro que yo cuando tenía 21 años”, afirmó McIlroy en referencia a Spieth.
Con Rickie Fowler y Matsuyama pisándole los talones, Rory y Jordan podrían estar a la vanguardia de una nueva edad de oro de jóvenes golfistas. Y la rivalidad puede hacer de Rory mucho más grande.