Nunca se fíe si su hijo pequeño le pide que sostenga una pelota de golf en la boca mientras él intenta dispararla con el palo de golf. Lo más normal es que no salga tal y como lo tenía planeado desde un principio. Y si no que se lo digan a este padre que, sobreestimando las capacidades de su hijo, deja en manos del destino su salud. La próxima vez se lo pensará dos veces antes de aceptar. Menos mal que era de plástico…