Después de un año en el que se ha afincado dentro del Top 50 mundial y se ha establecido como un habitual en los torneos más grandes de Estados Unidos y de Europa, Shane Lowry muestra una fascinante mezcla de compostura e inquietud. A sus 28 años de edad habla con madurez sobre su lugar en el mundo del golf después de echar raíces en el circuito como una de las grandes promesas europeas. Pero no se para ahí.
El irlandés quiere aprovechar la inercia positiva de los últimos doce meses y establecerse con firmeza como uno de los jugadores de la élite mundial. Para ello tiene que comenzar a anotarse victorias, algo de lo que se encuentra cerca pero que no consigue desde 2012, cuando se adjudicó el Masters de Portugal.
“Yo no juego al golf para terminar noveno, segundo o tercero. En cada torneo lucho con todas mis fuerzas por ganar”, afirma el golfista en una entrevista al Daily Mail. “He estado hablando con la gente, pensando que debería de participar en una serie de eventos adicionales para tratar de conseguir la victoria. Sin embargo, luego lo medito y quizá la pueda estar forzando en exceso. Si juego bien, sé que tengo posibilidades de ganar cualquier torneo del mundo. No tengo prisa”.
No es de extrañar la confianza del deportista europeo. Desde mayo de 2014 ha finalizado nueve veces entre los diez primeros clasificados y se encuentra en perfecta disposición para acompañar a Rory McIlroy el próximo año a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
El US Open disputado en Chambers Bay –finalizó en novena posición, compartiendo resultado con el propio McIlroy y Jason Day– le colocó en el punto de mira de los aficionados, un escalón del que no quiere bajarse. “El último día de competición estaba despierto a las siete de la mañana, sentía mariposas en el estómago y estaba algo nervioso. Salir a última hora del domingo en un Grande es una de las mejores sensaciones que puede sentir un golfista”.
Su próxima meta: el PGA Championship de dentro de dos semanas. “Creo que puedo hacerlo bien allí. Si nos fijamos en los últimos años, cada vez he ido haciéndolo mejor en los grandes eventos. No importan los rivales ni el campo. Ahora mismo siento que si juego al más alto nivel puedo ganar en cualquier lugar”. Y concluye: “Quiero que a corto plazo los demás jugadores tengan miedo de enfrentarse a mí en los últimos nueve hoyos de un domingo”.
En seguridad en sí mismo, desde luego, hay pocos que le ganen.