Parece que los malos momentos vividos a finales del curso pasado por el norirlandés, que no pudo competir en el The Open Championship y a duras penas lo hizo en el US PGA, quedaron atrás. Su maltrecho tobillo izquierdo ha recobrado la movilidad y a base de duro trabajo lo ha puesto a tono para una nueva temporada en el PGA Tour.
En el horizonte está el tratar de recuperar el trono que le arrebató hace sólo unos meses el jovencísimo Jordan Spieth –precisamente tras la disputa del campeonato en el Old Course de St. Andrews-. Para ello Rory tendrá que actuar cuanto antes y volver a ser ese jugador llamado a marcar época durante la próxima década en el golf mundial. Pero, sobre todo, deberá ser consecuente con su oficio y no dar lugar a lesiones como la que se produjo hace ahora cuatro meses.
Y es que el tobillo de Rory McIlroy, por entonces número uno del mundo, fue de lo más comentado en esos primeros días de verano. “Rory se rompe en una pachanga de fútbol con amigos”, podía leerse en los medios de comunicación. Un error de juventud que no volverá a ocurrir, tal y como dejó claro en una reciente entrevista al tabloide británico Telegraph: “Estoy en una posición de privilegio para tratar de conseguir muchos títulos en los próximos años, debo ser más cuidadoso a partir de ahora. Me he prometido a mí mismo que nunca más jugaré al fútbol mientras se esté disputando la temporada de golf. Es una pena, porque me encanta practicarlo con mis amigos, pero me limitaré a participar en estos partidos durante las vacaciones”.
Sólo así podrá contrarrestar la sublevación de Spieth y Day, en quienes ha encontrado dos dignos rivales para responderle en la cabeza del golf mundial: “Es una motivación añadida que tanto Jordan como Jason lo hayan hecho bien los últimos meses, pero no es algo nuevo para mí. Quiero empezar a ganar torneos de nuevo, es algo que he hecho antes y que siento que puedo volverlo a hacer”.