Phil Mickelson no se toma a la ligera eso de firmar autógrafos. Paciente donde los haya es conocido por atender a cada uno de sus fans para que estos se lleven un recuerdo firmado del campeón estadounidense, ejemplo que muchos jugadores con bastantes menos títulos debieran tomar.
La semana pasada finalizada una de las rondas de entrenamiento en el Barclays en el Liberty National, el ganador de cinco grandes, sacó su rotulador disponiéndose a atender a cada uno de los muchos fans situados en las vallas del campo como suele hacer habitualmente.
Mickelson tiene por costumbre firmar el objeto, mirar a los ojos de la persona y darle las gracias. Eso ocurrió con un hombre cuando le entregó un programa para su firma, al devolvérselo Mickelson le dijo: “Muchas gracias por su paciencia. Te he visto por ahí mirándonos».
Pero no siempre la rúbrica acaba en el artículo presentado. El número tres del mundo administra sus firmas con una gran memoria. Ese mismo día, instantes después de lo mencionado anteriormente retiró su rotulador de una bandera que iba a ser firmada, »Señor, ya me dio antes otra cosa para firmar. No voy a hacerlo otra vez”, le contestó.