A poco menos de tres años para que se dé el pistoletazo de salida a los Juegos Olímpicos de verano en Rio de Janeiro, la organización se ha encontrado con un par de problemas en el recorrido, diseño de Gil Hanse, que albergará el deporte del golf: la presencia de caimanes y de capibaras, el roedor más grande del planeta.
Se estima que son aproximadamente 6.000 los caimanes (el 85% de ellos, machos) que viven en las contaminadas e infectas lagunas que existen al oeste de Rio de Janerio y que algunos de ellos ya se han trasladado a las aguas que se han construido dentro del recinto público que albergará este deporte 112 años después en unas Olimpiadas.
Estos reptiles, más pequeños y “dóciles” que los cocodrilos no se consideran un riesgo para las personas, a pesar de que la invasión de su hábitat haya hecho posible el contacto con los seres humanos con más frecuencia.
«El riesgo es mínimo”, declaró en Rio de Janeiro Anthony Scanlon, director ejecutivo de la Federación Internacional de Golf, «Tenemos una estrategia de forma que reduzca al mínimo la posibilidad de que un jugador o espectador pueda tener contacto con ellos. Otra cosa que hay que recordar acerca de estos reptiles es, que en caso de que se acercaran lo harían de noche y por la noche no se juega al golf. No creo que pueda ocurrir percance alguno.»
En cuanto a la presencia de capibaras, Scanlon comentó que se está trabajando con expertos en la solución de este problema buscando la forma de contener la presencia del roedor más grande del mundo.
«Son herbívoros por lo que potencialmente podrían destrozar la hierba. Esto es lo que ocurre cuando se tiene un espacio natural de este tipo”, añadió.
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