El golf debe ser uno de los pocos deportes en el que los jugadores son criticados por estar demasiado en forma. No por haber comido turrón de más durante los días de vacaciones ni por haber dejado a un lado el ejercicio para dedicarle el tiempo libre a otros menesteres más livianos. Nada de eso. Criticado por pasar demasiadas horas en el gimnasio.
Que se lo digan a Rory McIlroy, quien hace un par de días fue puesto en la picota por este mismo motivo por parte de Brandel Chamblee, ex profesional del PGA Tour y actual analista de Golf Channel.
“Lo digo con mucha inquietud, porque sé a ciencia cierta que es una época distinta de la que nos tocó vivir a muchos, pero es que no tengo la menor idea de lo que quiere conseguir Rory con lo que está haciendo en el gimnasio. Es verle y recordar todo por lo que está pasando Tiger en estos momentos”, afirmó el otrora jugador del circuito norteamericano. “Realmente me preocupo cuando veo los levantamientos de pesas que hace en el gimnasio”, concluyó Chamblee por lo que respecta a la rutina de entrenamiento del norirlandés.
Tanto le debieron molestar estas acusaciones al actual número tres del mundo que incluso llegó a responder a través de Twitter. Pero no lo hizo con palabras. No le hizo falta. McIlroy se limitó a colgar un vídeo de él mismo haciendo ejercicios con la barra y las pesas. A buen entendedor pocas palabras bastan.
Y es que esta polémica no es nada nueva. Se remonta al año 2012, cuando McIlroy comenzó a ponerse en forma, como él mismo relató en el Wells Fargo Championship de ese mismo año: “No voy al gimnasio para tratar de golpear más fuerte la bola, porque no me hace falta. Voy simplemente porque me apetece hacerlo y me proporciona otro tipo de cosas”.
Nadie mejor que uno mismo para saber dónde está el límite de su cuerpo y, en esta ocasión, el golfista europeo ha tirado de este manido tópico sin ni siquiera nombrarlo y con una gran sutileza.
@GolfChannel @chambleebrandel pic.twitter.com/tz7lSH7Z6k
— Rory Mcilroy (@McIlroyRory) febrero 16, 2016