Las cifras hablan por sí solas: el Green Monster alcanzaba cerca de 3.700 m², una superficie equivalente a más de la mitad de un campo de fútbol

En el imaginario del golf mundial existe un lugar donde el green parece no tener fin. Está -o estuvo- en Massachusetts, en el International Golf Club; en su recorrido The Pines, y durante años alimentó una de esas historias que se cuentan en voz baja entre golfistas; la del green de golf más grande jamás construido en un hoyo jugable; el “Green Monster”.

No era un mito sin fundamento. El hoyo 5, un descomunal par 5; albergó un green de proporciones casi irreales que pasó a conocerse como el “Green Monster”. Cabe reseñar que en 1955, año que se inauguró ese segundo campo del complejo; The Pines era el campo de golf más largo del mundo con 8.040 yardas, 7.352 metros.

Su recorrido, The Pines, también era el campo de golf más largo del mundo con 7.352 metros

Las cifras hablan por sí solas. Aquel green alcanzaba cerca de 3.700 m², con unas dimensiones de unos 96 metros de largo por 38 de ancho; más de la mitad de un campo de fútbol. Para ponerlo en contexto, un green “estándar” ronda los 600 m². Es decir, el del International Golf Club multiplicaba por seis el tamaño habitual. Un auténtico océano de hierba fina que permitía -y exigía- golpes largos, lecturas interminables y putts que parecían sacados de otro deporte.

Sin embargo, como ocurre a menudo en el golf, la leyenda necesita matices. Aunque durante años fue citado como el green más grande del mundo, nunca llegó a figurar como récord oficial. Ese honor, según Guinness World Records, pertenece al green del Springlake Golf and Tennis Resort (Florida), con unos 3.900 m². Más grande aún, sí, pero con una diferencia clave; el “Green Monster” de Massachusetts formaba parte de un hoyo real y plenamente jugable, no de una superficie de putting diseñada para exhibición.

Hoy, ese green gigantesco ya es historia. El Pines Course del International Golf Club fue rediseñado recientemente, y el legendario hoyo 5 desapareció junto a su colosal green. Pero su huella permanece. Porque en el golf, como en las grandes gestas, no todo se mide en récords oficiales, sino en la capacidad de desafiar lo establecido. Y aquel green, durante años, lo hizo como pocos.

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