Ya es prácticamente oficial. El magnate estadounidense se queda en el corto plazo sin poder albergar el British Open en su querido Turnberry. Si hace unos meses se desvelaba que el Royal Portrush de Irlanda del Norte albergaría la edición de 2019, ahora ha sido el presidente ejecutivo del Royal&Ancient, Martin Slumbers, el que ha salido al paso para confirmar que 2020 y 2021 tampoco serán los años propicios para celebrar la vuelta del The Open a la denominada joya de Ayrshire.
Puede que a Donald Trump le esté yendo de fábula en su carrera para encabezar el partido republicano en las elecciones presidenciales del próximo mes de noviembre –de hecho, el pasado fin de semana volvió a dar cuenta de sus rivales tras arrasar en Carolina del Sur-, pero sus relaciones con las instituciones que atañen al mundo del golf son cada vez más superficiales y, por qué no decirlo, alejadas.
El norteamericano compró en 2014 Turnberry con el propósito de ser el maestro de ceremonias de un Major, de verse reflejado en la historia del golf como el que le entregó la Jarra de Clarete a un gran campeón. De hecho, sus primeras declaraciones al hacerse con el complejo apuntaban a que ya nadie podría entrometerse en sus planes: “Ahora tenemos el lienzo más grande de todo el golf, ellos no podrán evitarlo”, comentó.
Pues se equivocaba. Trump nunca habría pensado que sus deplorables declaraciones no iban a tener el apoyo de los altos organismos de este deporte. Jamás imaginó que pudiera haber alguien que le perseguiría hasta que dejara de mancillar el nombre del golf. Pues ese día ha llegado. Y no son pocos los que lo están celebrando.