¿Se han preguntado alguna vez qué cantidad debe pagar un campo como el Old Course de Saint Andrews por los continuos desperfectos que sus visitantes provocan con sus bolas en el hotel? Sí, están en lo cierto, muchos miles de dólares al cabo del año. Y es que, si no es raro que a algún profesional se le vaya la mano en el icónico Road Hole –hoyo 17- y su pelota termine impactando contra la fachada o su cubierta, imagínense cuantos amateurs han saboreado el “dudoso honor” de romper unas tejas del histórico establecimiento.
Es por esto que el complejo ha dicho basta. El costo de reparación por semana es tremendo al repasar los presupuestos anuales–se va hasta casi los cien mil dólares si tenemos en cuenta los dos mil semanales destinados a este propósito-. Así pues, Saint Andrews se ha visto obligado a prepararse para defenderse de todos cuantos intenten destruir su imagen –en el sentido más amplio del término- y, según diferentes medios de comunicación de la zona, se han decantado por la manera menos restrictiva para el disfrute de los jugadores: sustituir las actuales tejas de su cubierta por un tejado de goma.
Y para ello han recurrido a Euroshield Roofing, una empresa situada en Calgary (Alberta, Canadá), que llevará a cabo la nueva obra a partir del próximo 9 de eneros utilizando neumáticos reciclados. “Me quedé un poco aturdido cuando recibí la llamada y me comunicaron que se trataba de St. Andrews, la verdad”, confirmó al Daily Express Henry Kamphuis, dueño de la empresa. “Antes de elaborar un diagnóstico pasé unas horas en el hotel y lo cierto es que se respira golf por los cuatro costados. Hasta en las canaletas, que están llenas de bolas. No culpo a los jugadores, a fin de cuentas desde la salida es muy fácil acabar aquí”, comunicó el empresario.
Saint Andrews tenía ante sí la difícil papeleta de decidirse por un material para llevar a cabo la empresa y la propuesta presentada por los canadienses fue la que más convenció. “Se pusieron delante de varios productos y comenzaron a golpearlos con un martillo. El nuestro fue el único que aguantó. Es completamente resistente a los impactos”, sentenció el norteamericano. Nos quedamos, pues, sin uno de los grandes sonidos del Open… el de las bolas rompiendo tejas al más puro estilo rompeladrillos.