No contamos semana en la que Tiger Woods no sea noticia, bien por razones positivas, bien por negativas. Lo cierto es que el californiano no se prodiga mucho ante los medios de comunicación –nunca lo ha hecho, y ahora menos desde su reciente ruptura sentimental–, pero tiene esa habilidad innata para conseguir que hablen sobre él aun sin realizar ninguna hazaña reseñable. Además, resulta curioso. Logra que las noticias se vayan intercalando entre buenas y malas con una facilidad pasmosa. Es como una representación gráfica de la teoría de “dar cera, pulir cera” del Maestro Miyagi en Karate Kid.
Si al fin de la relación con Lindsey Vonn le siguió la carta que le escribió a Dillon; ahora, a la fiesta benéfica organizada con el objetivo de recaudar fondos para su fundación le tenía que acompañar, si nadie lo remediaba, una novedad no tan buena. Y es lo que ha sucedido.
Un informe reciente elaborado por Golf.com señala que Tiger Woods utiliza en multitud de ocasiones palabras malsonantes sobre la hierba del campo de golf. Puede parecer una nimiedad, pero este estudio bebe de las quejas presentadas a la Comisión Federal de Comunicaciones de los Estados Unidos, un órgano encargado de velar porque el lenguaje utilizado en los medios radiotelevisivos norteamericanos sea el apropiado en función del horario de emisión del programa.
De acuerdo con el documento, Tiger es el responsable de 15 de las 22 denuncias que ha recibo este órgano desde 2011, casi el 70 por ciento de las mismas. Uno de los hechos por los que el golfista es señalado es por “utilizar una palabra profana de cuatro letras”, durante la retransmisión del Master de Augusta en 2011, según un televidente de Devine (Texas). Desconocemos cuál sería el vocablo, pero resulta, a todas luces, menos hiriente que la definición en sí misma.
Un año más tarde era una mujer de Vancouver (Washington) la que ponía el grito en el cielo por ver al ex número uno pronunciar unas palabras tras un mal tiro en el Augusta National: “Era Viernes Santo y, mientras mi marido estaba viendo el torneo, el salón entero se llenó con las palabras de Woods, que utilizó el nombre de dios en vano. Es inaceptable. Cuando vemos la televisión tenemos que estar libres de este tipo de improperios”.
Lo cierto es que, hable como un carretero o jure en arameo, la competitividad del californiano se plasma en cada movimiento, en cada palabra que sale de su boca. Y, aunque seguramente no sea el único deportista que lo haga, debe darse cuenta de que la cámara siempre va a estar a su lado y, con ella, los televidentes. Y estos no le van a quitar el ojo de encima.