Durante más de una década Tiger Woods fue el golfista más dominante del mundo. Cuando se acercaba al tee del hoyo 1 cada domingo con su uniforme de gala –camisa roja y pantalón negro– la pregunta no era si él podría conseguir la victoria, sino por cuántos golpes la iba a lograr. Ahora la historia ha cambiado. Los aficionados seguimos alegrándonos cuando el californiano está presente el último día de competición, pero por razones diferentes. En estos momentos, formar parte del grupo del fin de semana en cualquier torneo es casi un logro para Woods. Quién le ha visto y quién le ve. Pero, ¿cómo se ha llegado a este punto?
Lesiones, problemas personales y continuos cambios de swing han contribuido a que Tiger haya caído hasta el puesto número 262 del mundo, justo entre Hudson Swofford y David Horsey. Tocó fondo con la discreta actuación en el Old Course de St. Andrews, donde no pasó el corte por primera vez en su carrera, y ahora no le queda otra opción que mejorar. Y este intento de resurgir de entre las cenizas tuvo en el Quickens Loans National su primer capítulo. Su decimoctava posición en el Robert Trent Jones le ha valido para subir cuatro puestos en la clasificación mundial –sí, es poco, pero se trata de un comienzo–.
El propio Woods está convencido de que va por el buen camino, pese a que en la tercera jornada tuvo un conato de vuelta al lado oscuro, con un +3. “El sábado fue genial seguir golpeando bien pese a que no fue un buen día en general. Eso era algo que hacía tiempo que no me pasaba. El cambio de juego y mi liberación con los palos han contribuido a ello, sin duda. Puedo sentir mis manos otra vez. Ésta es la línea que debo seguir”.
Esta actitud alegre no es nueva. Nadie ha sido tan positivo como él desde hace dos años, justo el tiempo en que los resultados dejaron de acompañarle. Tiger no hace caso de las habladurías que lo sitúan como un golfista en plena decadencia y pide paciencia, algo que reiteró tras su participación el pasado fin de semana en Virginia: “Esto es un proceso, lo he dicho muchas veces. Hay que poner un pie delante del otro e ir paso a paso. Con el tiempo estaré ganando torneos de nuevo”.
Sin embargo, el ex número uno mundial no se atreve a ponerse una fecha para recuperar su mejor nivel: “Tengo muchos años por delante todavía. Pese a que cueste creerlo siento que estoy en un buen momento en mi carrera. Superé una fase complicada con mi cirugía de espalda, pero ahora me siento en plenas facultades”.
Si Tiger confía en su proceso de recuperación, ¿quiénes somos los demás para no hacerlo?