Todo comenzaba hace casi 250 días en The Masters Tournament, cuando dio comienzo el año inolvidable de Tiger Woods con su primer victoria en un Major en 11 años y su primera Chaqueta Verde en 14. Continuó a finales de octubre, cuando igualó a Sam Snead con el record de 82 victorias en el PGA Tour después de ganar en The Zozo Championship.
Y acabó en Royal Melbourne, donde Woods impulsó al equipo de Estados Unidos a una victoria conmovedora de 16-14 contra un formidable equipo internacional en la Presidents Cup. Los estadounidenses cobraron ese impulso gracias a la fortaleza del juego de su capitán, el único jugador de ambos equipos que ganó todos sus partidos.
Woods logró un resultado de 3-0-0 durante la semana, con lo que suma 27 victorias en este evento bienal y se convierte en el jugador que más partidos ha ganado en los 25 años de historia de la Presidents Cup, por delante de Phil Mickelson. Fue un final poético para uno de los mejores años de la historia novelesca del golf.
“Fue bastante especial jugar para el mejor golfista de la historia”, señaló Matt Kuchar, que confirmó la victoria estadounidense con un birdie en el hoyo 17 durante el domingo. “Me cuesta explicar la experiencia única de tener la oportunidad de formar parte de un equipo capitaneado por el mejor golfista de la historia que también juega contigo. Lo especial que es no solo jugar para él sino también junto a él. El hecho de estar hundidos y volver arriba para ganar fue tan emocionante. Por un lado, ganar como equipo y por otro lado ganar con Tiger Woods de capitán fue enormemente conmovedor”.
Woods tenía buenas razones para verse abrumado por la emoción después de la remontada y la victoria de su equipo. Desde el momento en que lo nombraron oficialmente capitán del equipo estadounidense en el Arnold Palmer Invitational de 2018, Woods se ha tomado el encargo con responsabilidad y orgullo. Para empezar, Woods —competitivo donde los haya— se marcó el objetivo de volver a derrotar a su histórico rival Ernie Els, capitán del equipo internacional de este año. Y lo logró.
“He llorado casi todas las veces que hemos ganado un trofeo”, dijo Woods. “Llevo mucho tiempo dedicado a esto. Siempre que llega una oportunidad en la que puedes hacer algo que va más allá de uno mismo como persona individual resulta mucho más significativo y mucho más especial”.
Sin embargo, la oportunidad de Woods no llegó tan fácilmente. Mientras Els se basaba en la analítica para asignar a sus jugadores correctamente a cada partido, Estados Unidos estuvo a la zaga durante los tres días antes de su emocionante remontada en los partidos individuales del domingo.
Estados Unidos había estado abocado a su primera derrota en los foursomes en 14 años. En cambio, la reacción tardía infundió la confianza tan necesitada por un equipo que había comenzado la Presidents Cup a tropezones.
“Antes de empezar la semana había planeado llegar a 10 puntos al final del sábado”, dijo Els. “Por eso estábamos tan entusiasmados, aunque habíamos perdido 3-1, porque sabíamos que teníamos 10 puntos. Podría haber tomado decisiones distintas para los partidos individuales. Puedo asumir la responsabilidad. Es lo que hay”.
El dominio de Estados Unidos culminó con su octava victoria consecutiva en la competición, y todo empezó cuando el capitán Woods marcó la pauta en el primer partido.
Woods salió primero al campo frente al sorprendente Ancer, líder de puntos (3,5) delo equipo internacional junto con Sunjae Im, otro debutante. Pero el jugador originario de Reynosa, México, nunca llegó a ponerse por delante de uno de los mejores golfistas de la historia, y Woods logró una victoria de 3 arriba con dos hoyos por jugar que desencadenó la remontada estadounidense.
“Íbamos por delante al principio en muchos de los partidos y la cuestión no se resolvió hasta el final”, dijo Woods. “Sabíamos que iba a pasar eso. Teníamos a jugadores muy fuertes al final. En realidad, buenos jugadores del 1 al 12. Estábamos motivados antes de empezar la última sesión. Sé que perdimos las dos sesiones de equipos después de las cuatro sesiones de equipos, pero estábamos entusiasmados con nuestras posibilidades en los partidos individuales y lo logramos como equipo”.
Woods tiene la responsabilidad de compartir el mérito de la victoria, que pone el record histórico de Estados Unidos en la Presidents Cup en 11 victorias, una derrota y un empate. Sin embargo, sus propios jugadores y asistentes no dudan en alabar a su líder.
“Me encanta ver a otras personas llorar, especialmente Tiger Woods”, dijo el asistente Steve Stricker. “Tiger hizo un trabajo increíble. Y vamos a mantener este recuerdo muy presente para siempre”.
La actuación de Woods en Australia cerró el círculo de su trayectoria en 2019. Después de igualar a Sam Snead en el record de victorias hace dos meses, volvió emularle en otro hito histórico al convertirse en el primer capitán que no pierde ninguno de sus partidos como jugador y consigue la victoria de su equipo desde 1953, cuando Snead capitaneó al equipo vencedor y ganó todos sus partidos en la Ryder Cup.
“Todos podremos recordar mirando las fotos colgadas en nuestras paredes que jugamos para y junto a Tiger Woods, el mejor golfista de la historia”, dijo Kuchar. “Es maravilloso”.