Puede ser que no esté bien a nivel deportivo. Puede ser también que su vida sentimental se haya desmoronado en un abrir y cerrar de ojos. Pero unas palabras suyas son capaces de salvar vidas. Es lo que tienen los ídolos. Hace unos días Tiger Woods fue capaz de ayudar a un adolescente que había intentado suicidarse. Con solo una carta y una pequeña parte de su tiempo el californiano demostró que los deportistas de élite pueden tener una gran función social en el mundo.
Aunque todo empezó el pasado mes de abril. La exjugadora de la LPGA Sophie Gustafson compartió con Ron Sirak –periodista de Golf Digest– la historia de un niño que, como la Gustafson, lucha contra la tartamudez. Dillon, que así es como se llama el chico, superó sus ansiedades acerca de su tartamudez y se unió a un equipo de fútbol, que poco tiempo después tuvo que abandonar debido a las constantes burlas a las que era sometido por sus propios compañeros.
Según la historia, la madre de Dillon compartió lo siguiente en un correo electrónico a Gustafson: “La semana del 16 de abril Dillon la pasó muy mal. Había sido objeto de burlas por su tartamudez. Esa noche intentó suicidarse. Gritó “adiós, te amo”. Mi marido y yo subimos rápidamente las escaleras. La puerta de su habitación estaba cerrada con llave y tuvimos que echarla abajo. Él estaba sentado en la ventana preparado para saltar, pero fuimos capaces de agarrarlo”.
De este modo Sirak escribió la historia de Gustafson y Dillon, que es fan de Woods, para pedir ayuda a los jugadores y poder así combatir juntos el acoso escolar. “Estoy muy orgulloso de Sophie y muy agradecido de que ella haya compartido esta historia conmigo. El golf no puede cambiar el mundo, pero los golfistas sí”, afirmó el propio Sirak. Y, en efecto, un golfista respondió a la llamada de ayuda. Tiger Woods le escribió una carta a Dillon dándole fuerzas y ganas de luchar para aquello que quiera conseguir.
No es la primera vez que Tiger ayuda a un niño a superar un problema tan grave como el de Dillon. El acoso escolar supone una gran amenaza –no solo en Estados Unidos– y la Fundación Tiger Woods dirige gran parte de su dinero y de sus fuerzas en mejorar la vida de niños que pueden sufrir este tipo de casos. Gran gesto del californiano, que deja claro que no es necesario ganar torneos para continuar siendo el número uno.