Todos fuimos Tommy: la victoria del inglés en la FedEx Cup o cómo dar una lección de resiliencia

En un mundo donde el éxito suele medirse solo por los trofeos, Fleetwood demostró cómo las derrotas pueden definirte más que los triunfos

PGA Tour, Justin Rose, Tommy Fleetwood,
El británico es uno de los golfistas más queridos de todo el circuito mundial.

Se ha escrito largo y tendido sobre la jornada de golf que hizo campeón este pasado domingo a Tommy Fleetwood. Después de todo, muchos vivieron la victoria del inglés como si de un triunfo propio se tratara -parafraseando las palabras de su amigo Justin Rose-. Y es que todos nos hemos sentido en algunos momentos de nuestra vida Tommy Fleetwood: en el colegio, en los partidos con los colegas, en el trabajo…

Decía un amigo que el golf es un deporte lleno de perdedores. Y razón no le falta. Semanalmente, si hacemos un cómputo grosso modo entre los circuitos más importantes del planeta, más de trescientos profesionales se pueden dar cita en varios campos de golf entre el circuito americano y el europeo. Pues bien, de todo ellos apenas son dos los que consiguen levantar una copa.

El deportista inglés sacó lo positivo de todas las derrotas que ha ido acumulando con los años

La diferencia, pues, radica en cómo cada uno absorbe esto. Obviamente la frustración suele ser una de las reacciones más habituales -quizá porque se trata del camino más corto-, pero no es la única. Y aquí es donde entra en juego la resiliencia, esa capacidad de adaptación frente a un estado adverso.

Fleetwood consiguió condensar todas esas experiencias en las que se quedaba a las puertas de la victoria para transformarlas en algo único en East Lake. Y todo ello en un viaje en el que no perdió la sonrisa en ningún momento.

Siempre he tenido la fortuna de tener muy buena conexión con la gente”; se sinceraba en la rueda de prensa posterior al triunfo. “Si tuviera que darles un solo consejo a mis hijos es que fueran buenas personas antes de cualquier otra cosa en el mundo. Es lo que intento hacer y es lo que mi padre me inculcó siempre. Él siempre quiso que, antes que nada, fuera persona. Lo de ser golfista era secundario”; añadió. Quizá Tommy había encontrado ya la felicidad, pero nadie se había percatado de ello.

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