A nadie sorprendió ver al magnate estadounidense el fin de semana pasado descendiendo con un helicóptero en medio de una de las calles de Doral para ponerse a hablar sobre lo divino y lo humano con Rory McIlroy.
El precandidato a la presidencia de Estados Unidos bien sabía que Doral es su cortijo y que nadie osaría recriminarle la acción. Y se salió con la suya. Luego, como el que no quiere la cosa, se detuvo para charlar tranquilamente con los periodistas que habían contemplado atónitos la escena.
“Hemos estado hablando sobre lo beneficioso que sería para este deporte que yo fuera presidente de los Estados Unidos. Sería sacrificar mi juego, pero acabaría siendo algo bueno para el golf”, llegó a comentar a los micrófonos de Golf Channel.
De hecho, los periodistas aprovecharon que Trump estaba tan dicharachero para apuntar a uno de los temas candentes de los últimos meses: su relación con los distintos organismos que pueblan el golf. “Mi relación tanto con el PGA como con la R&A es muy buena. Soy el gran favorito para la nominación del partido republicano. Al fin y al cabo, ser el principal candidato hace que a la gente le gustes más que si fueras el número 12”, sentenció.
El político domina los miedos de comunicación como nadie, y con estos comentarios sabía que mataba dos pájaros de un tiro: dejaba la pelota en manos de Finchem –quien el verano pasado criticó duramente sus observaciones xenófobas hacia la población mexicana- y ponía de manifiesto que si sale elegido presidente el mundo del golf tendrá que escucharle en sus propuestas de sedes para los distintos eventos –ya saben a lo que se refiere-. Sin ir más lejos, ese mismo día ya empezó a dejar caer por dónde podían ir los tiros.
“Doral es el mejor campo que existe en términos de todo: personas, tamaño… Incluso en el hecho de que tenemos otros cuatro campos para utilizarlos para otros menesteres”. Estas palabras venían a colación de la incertidumbre que planea sobre el complejo del republicano, pues todavía se desconoce si será de la partida en el PGA durante la temporada 2016/2017.
Trump ha jugado sus cartas. Falta por ver cuál es la siguiente mano de esta interminable partida.