Esta semana el multimillonario magnate estadounidense tiene un motivo para sonreír. Y no, no es por culpa de los sondeos que le dan como gran favorito para ser el candidato republicano que luchará por hacer de la Casa Blanca su nuevo hogar a partir del próximo noviembre. Se trata de una de las muchas polémicas que tiene abiertas y desperdigadas a lo largo y ancho de los Estados Unidos.
Hablamos de la enorme bandera de más de 21 metros que Donald Trump colocó hace más de nueve años en el Trump National de Los Ángeles y que, hasta la fecha, se encontraba pendiente de resolución por si había o no que desmontarla.
Finalmente no va a hacer falta esta retirada, tal y como ha señalado el ayuntamiento de Rancho Palos City. No obstante, habrá que estar atentos durante las próximas semanas, pues la Comisión Costera de California ya ha manifestado su intención de recurrir la decisión adoptada. Pero que le quiten lo bailao a Trump, porque por primera vez sale airoso de un conflicto legal.
Tal es su estado de emoción por la noticia recibida que incluso le ha cambiado algo su avinagrado carácter. Esto lo pudimos comprobar hace solo unas horas, en un acto de campaña en Carolina del Sur donde se atrevió incluso a guiñarle un ojo a Obama en el tema de los negocios, no sin antes darle un palito asegurando que “ganaría al presidente de los Estados Unidos en un partido de golf”.
“Me encanta el golf, es un buen momento para establecer relaciones comerciales. Es por eso que me parece bien cuando veo al presidente jugar. Lo malo es que siempre lo hace con amigos y debería empezar a hacerlo con la gente que tiene propuestas que ofrecerle”, sentenció para acabar con una bravuconada de las suyas. “Sí, seguro que le ganaría en un partido”. Se nota que no tiene abuela. Ni falta que le hace.