¿Qué posibilidades hay de que marido y mujer hagan un hoyo en uno en el mismo campo, en el mismo hoyo y durante la misma ronda de práctica? Los estadistas lo estipulan en 50 millones contra uno. Pues bien, como las estadísticas están para romperlas Tony y Janet Blundy consiguieron, sin proponérselo previamente, poner patas arriba la ciencia y llevar a la práctica un récord difícil de superar.
Sucedió en Gran Ledge, una pequeña ciudad estadounidense situada en el estado de Michigan. Tony y Janet Blundy fueron, como de costumbre, al cercano campo de golf de Ledge Meadows para pasar una mañana de deporte y relajación.
Los dos estaban finalizando sus respectivas rondas, se encontraban en el hoyo 16, cuando de repente Tony embocó su hierro 7 directamente al agujero desde 123 metros. “Intenta superar eso, Janet”, debió pensar él. Con lo que no contaba es que, si bien era imposible superarle, su mujer iba a igualar su marca utilizando un pitching wedge unos metros más adelante.
Y sí, antes de que lo pregunten, había testigos que dan fe de semejante proeza. De no haber sido así nadie hubiese podido dar crédito a dos aces de manera consecutiva. En esta línea apunta Tony Blundy, que afirma estar en una nube desde hace unos días: “Menos mal que había gente por los alrededores, si no nadie nos hubiese creído. Cada vez que mi mujer y yo recordamos el momento no podemos parar de reírnos. Es algo tan inverosímil que parece mentira que nos haya ocurrido a nosotros”.
Las probabilidades de que dos miembros de un grupo de cuatro personas hagan un hoyo en uno en un mismo agujero se disparan a 26 millones contra uno. Imagínense si en lugar de un grupo de cuatro es un grupo de dos. Las posibilidades bajan todavía más. Este matrimonio ya podrá decirles a sus nietos que forma parte de la historia del golf amateur. Sería difícil que otros le superasen.