Si a uno ya le sabe mal cuando siente que ha dado el golpe perfecto y la bola decide salirse por peteneras y no entrar en el agujero, imaginen si lo dan y, cuando ésta va dirigida al hoyo, es un animal el que interfiere en la jugada. ¡Y que este animal sea un zorro! Pues esto mismo le pasó hace unos días a un golfista amateur que se encontraba jugando en el Springfield Country Club de Massachusetts.
El jugador en cuestión realizó su chip y, de pronto, uno de los dos animales que se encontraba acostado en las inmediaciones, se levantó y se dirigió al green. Allí tomó la bola con la boca y huyó de la escena del crimen.