Christina Olivarez se retiró del Ejército de Estados Unidos en 2011 después de 25 años de servicio. “Al final se me hizo un poco duro”, comentó Olivarez, que terminó su carrera militar como investigadora médica en el mortuorio del Puerto de Dover, en Delaware, donde “convivía con la muerte todos los días”.
“Era una labor honorable porque hablas con las familias, preparas los cuerpos”, dijo Olivarez, cuya tarea se volvió muy difícil cuando tuvo que procesar el cuerpo de su mejor amiga y se agravaron las pesadillas y el estrés postraumático, que la tuvieron encerrada en casa y aislada del mundo durante casi ocho años.
“Un día me hablaron de un programa de golf para veteranos y me empujaron para que fuera a mi primera clase”, explicó Olivarez, recordando como la profesora de golf la volvió a hacer reír y pasó de “encerrarse en si misma a estar deseando ir a practicar gracias a PGA Hope”.
El programa de Ayuda a nuestros Patriotas en todas Partes (Helping Our Patriots Everywhere, HOPE) de la Asociación de Profesionales de Golf de Estados Unidos (PGA of America) es una iniciativa nacional que introduce el golf entre los veteranos para mejorar su bienestar físico, mental, social y emocional.
“Sienten que han perdido la conexión con la comunidad después de salir de las fuerzas armadas y regresar a casa. PGA Hope cubre ese vacío. No se trata solamente de agitar un palo de metal, se trata de crear amistades, hermandad y camaradería”, dijo Judy Álvarez, principal instructora de golf del programa desde 2007.
Álvarez, que procede de una familia de veteranos de la Armada de Estados Unidos, tiene su propia academia en el Sur de Florida y viaja por todo el país entrenando a otros profesores de la PGA sobre golf adaptado y “el uso del golf como herramienta terapéutica para ayudar a superar las adversidades de la vida”.
“Tenemos cada vez más profesores de golf y veteranos hispanos participando en el programa”, explica Álvarez. Con cerca de un millón y medio de veteranos de origen hispano en Estados Unidos, las latinas y los latinos son un número creciente de los 3.500 exmilitares que participan cada año en PGA Hope.
“El golf te hace concentrarte y te hace pensar de manera positiva”, comentó el veterano de origen puertorriqueño Gerry Ortiz, que se retiró de la Guardia Nacional en 2009 después de 27 años como consecuencia del estrés postraumático fruto de un complicado servicio en Irak.
“No pienso en nada más que en el golpe que sigue y me olvido de que me duele la rodilla o la espalda. Es un momento de claridad”, dijo el veterano de la Fuerza Aérea Sergio Avendaño, dedicado ahora a mejorar su golf y promover PGA Hope en la región de San Antonio, Texas.
Al igual que Avendaño, un buen número de los participantes en el programa introductorio terminan convirtiéndose en embajadores de PGA Hope. Deborah Martínez-Garibay, declarada discapacitada después de 16 años de servicio en el Ejército y una dura misión en Afganistán, es una ferviente promotora de PGA Hope en Tucson, Arizona.
“Tengo las mismas piezas rotas que los demás veteranos, pero puedo golpear una bola de golf”, dijo Martínez-Garibay, a quien dos rodillas destrozadas no le impiden enviar la bola a más de 200 yardas de distancia y seguir inspirando a otros veteranos.
“Llevo a alguien al campo de golf y se vuelve una adicción. Prueban un poco y se enganchan para siempre”, dijo sonriente Martínez-Garibay. “Amo este juego y escuchar el sonido cuando conectas con la bola y la ves volar”, dijo entusiasmada Christina Olivarez antes de comenzar otra ronda de golf.
Great day of golf at Battle.Creek Golf Course with 2 PGA HOPE 2021 Spring Graduates, Robert Rodriguez & Paul Lawson! #PGAReach #PGAHOPE #PGA pic.twitter.com/7SrF31kFMQ
— PGA HOPE SOUTH CENTRAL SECTION (@BlakleyPGAHOPE) December 6, 2021