Daniel Olaya y Cayetana Fernández en la categoría alevín y George Young e Inés Pérez, en la categoría benjamín, se proclamaron ganadores del torneo de Pitch & Putt Alevín y Benjamín disputado este domingo 17 de enero en el estupendo recorrido del RACE.
En la categoría alevín (11 y 12 años) el ganador hándicap ha sido Daniel Olaya con 29 golpes y Cayetana Fernández con 31 golpes, mientras que en la categoría benjamín (10 años o menos) se impusieron en la clasificación hándicap George Young con 25 golpes e Inés Pérez con 44.
El golf es un deporte que exige mucha honestidad con uno mismo y un espíritu de superación personal. Estos valores, en los niños, son fundamentales y clave que aniden desde pequeños. También el que no haya movimientos bruscos ni contacto físico hace que se trate de una actividad muy sana y de escaso riesgo físico para ellos.
Los más pequeños deben hacer ejercicio que les diviertan a la vez. De esta forma, se notará un aumento en su autoestima y la pérdida de algún miedo que pueda existir. El deporte no solo es bueno para la salud física del niño como también para su salud mental. Le ayudará a tener más confianza en sí mismo, a relacionarse mejor con los demás, y como no a divertirse mientras aprende.
Un niño familiarizado con este juego puede mejorar hasta un 17 por ciento su capacidad intelectual -hay conexión directa entre la lógica del golf y la lógica matemática- y también su comprensión vital, pues el recorrido ayuda a interpretar signos, asociarlos y sacar conclusiones.
Los abnegados padres que traen a sus hijos son conscientes de eso. Saben que así los dotan de otra herramienta útil para moverse por el territorio hostil que siempre, al cabo, resulta ser la vida. Con tres elementos añadidos, importantes para la educación de un niño: la conciencia de que existen reglas, el respeto por el adversario -en el golf y en la calle siempre habrá alguien más listo que tú- y acostumbrarlo a encajar victorias y derrotas con naturalidad. Con elegancia.
Desde la Federación de Madrid se quiere homenajear a estos pequeños jugadores; un inmenso respeto desde la experiencia de la edad adulta. Los mayores solemos dirigir a los “enanos” miradas críticas y pocas veces admirativas. Benevolentes, como mucho. Pero ellos controlan su mundo, lo dominan cada vez mejor.
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