Con ese resultado el equipo español accede a las semifinales, donde le espera el equipo de Italia, mejor que Alemania (4.5-2.5) en esta misma fase del cuadro de eliminatorias.
No obstante, y a pesar del resultado final, el duelo ante los irlandeses estuvo alejado en la práctica de la placidez, internándose en la mayoría de los enfrentamientos por caminos tortuosos como consecuencia de una resistencia que por momentos resultó extenuante pero que, al tiempo, sirvió para poner de manifiesto la fortaleza mental de un equipo español que transita en este Europeo a velocidad de vértigo.
Tres de los cinco duelos individuales resueltos en el hoyo 18 o más allá en el marco de un festival de birdies por parte de ambos equipos –¡con mención especial para el hoyo en 1 de Eduard Rousaud en el 12 para ganar el hoyo!– reivindicaron el destacado trabajo realizado por los españoles para doblegar a una Irlanda que por momentos era auténticamente monolítica.
España adquirió una sólida ventaja tras la celebración de los foursomes (2-0), unos primeros compases donde el conjunto español, imbuido en la misma dinámica que le llevó a liderar la fase previa de clasificación, exhibió una solvencia y una determinación muy consistente, plasmada desde primera hora de la mañana en un duelo completamente desequilibrado –el protagonizado por Eduard Rousaud y Alejandro Aguilera– y otro mucho más tenso, donde Gonzalo Leal e Ignacio Montero ofrecieron buenas dosis de paciencia antes de anotarse un segundo punto que se antojaba muy importante.
Previo a ese desenlace apretado, Eduard Rousaud y Alejandro Aguilera fueron, simplemente, un vendaval de juego que los irlandeses Mark Power y Cameron Raymond no supieron gestionar. Tres hoyos arriba al alcanzar el ecuador del recorrido, la insaciable pareja española se deshizo de sus oponentes por la vía rápida, un 6/5 que puso de manifiesto su enorme superioridad.
Más trabajado fue el triunfo de Gonzalo Leal e Ignacio Montero ante John Brady y Jack Hearn. No en vano, los irlandeses se pusieron por delante en el marcador en los primeros compases del duelo, uno arriba a su favor en el marcador en el hoyo 9 que constituyó el inicio de una elaborada reacción española, lenta pero sin pausa, que neutralizó primero la ventaja irlandesa antes de ponerse por delante en el marcador parcial y que, de nuevo, se equilibrase ante la férrea resistencia irlandesa, una oposición frenada de forma abrupta cuando, en el último hoyo, los británicos lanzaron la bola al agua desde el tee de salida.
Con 2-0 a favor, sólo era preciso ganar otros dos de los cinco partidos individuales, un reto al que se afanaron desde el primer momento los españoles con la rápida constatación de que la resistencia irlandesa iba a ser absolutamente numantina, y es que, al margen de Alejandro Aguilera, que controló con cierta comodidad su duelo ante John Brady desde el principio antes de derrotarle por 3/2, el resto de choques se adhirió muy pronto a la intensidad y la incertidumbre.
Eugenio López-Chacarra lo sintió en sus carnes desde el primer golpe en un choque vibrante ante Reece Black, quien dominó con claridad en la primera vuelta –llegó a ir 4 hoyos arriba– antes de que el madrileño reaccionase con enorme bravura para igualar el partido en su recta final, internándose ambos en un largo playoff de desempate que acabó desnivelando el golfista irlandés en el hoyo 21.
El punto que remató la victoria llegó de la mano de Ignacio Montero, magnífico ejemplo de eficacia en un choque donde su rival, Mark Power, no encontró la fórmula para replicar las buenas propuestas del madrileño, siempre por encima en el marcador antes de ganar en el hoyo 18.
En paralelo, Eduard Rousaud, a la zaga por la mínima ante Jack Hearn durante buena parte del recorrido hasta que el barcelonés acertara a darle la vuelta al partido en su parte final, constituía otra de las bazas españolas al igual que Borja Martín, en su caso en un choque a cara de perro ante Robert Moran, igualdad tras igualdad según pasaban los hoyos que dejaron de tener importancia gracias al punto decisivo otorgado por Ignacio Montero.
Ambos, sin embargo, llegaron hasta el hoyo 18 antes de darle la mano a sus rivales para sellar con empate sus respectivos partidos, la palpable constatación de que Irlanda nunca se dio por vencida.