Si hay una manera de comenzar con mal pie la vida de casados es ésta: el hombre, lleno de confianza hacia su mujer, accede a ejercer de tee humano con la bola puesta en la boca y ella, ni corta ni perezosa, le impacta con el driver en toda la cara. No sabemos si le guardaba algún tipo de rencor por algo, pero el golpe que se lleva el protagonista es digno para que nada más salir del campo acudan al dentista.