Si tenemos que admitir que este es el putt más extraño y más largo que hemos visto en nuestra vida se dice y no pasa nada. Y todo tuvo lugar en uno de esos sitios que pocas veces podríamos imaginar como campo de golf: un parking. El autor de la proeza es un jugador amateur que no tuvo el más mínimo problema de celebrar la hazaña como si del propio Masters se tratara. No es para menos pues, aunque no podemos calcular la distancia exacta a la que se encontraba la botella que hacía de hoyo, sí que podemos apreciar que ésta se sitúa rondando los cien metros.