Con la cantidad de problemas que está teniendo en los últimos tiempos la USGA en relación a las reglas, es de agradecer que algunos golfistas hagan de este deporte un verdadero juego de compañerismo y fairplay y den ejemplo a los profesionales. Y es que en el US Amateur que se está disputando entre el Bel-Air Country Club y el Riviera Country Club, el evento más prestigioso del ámbito amateur, un jugador ha tenido a bien descalificarse pese a que se encontraba en buena posición para acceder a las eliminatorias finales por un error de su caddie ¡del que ni siquiera nadie hubiese podido enterarse!
Todo sucedió el pasado martes, cuando Cristopher Crawford escuchó a su caddie durante un momento de su ronda haber utilizado un instrumento para medir la pendiente del green. Esto llamó la atención del deportista de 23 años, quien conocía a la perfección que, aunque en algunos campeonatos de aficionados los instrumentos de medición están permitidos, no ocurre lo mismo con los lectores de pendientes. No le debía ocurrir lo mismo a su caddie, que para más inri cogió su bolsa en el último momento después de que su acompañante real enfermara solo unas horas antes.
Ni corto ni perezoso cuando se disponía a firmar la tarjeta reconoció ante la organización una infracción por haber recibido instrucciones de su caddie después de que este utilizara “en múltiples ocasiones durante la misma ronda el aparato de lectura de la pendiente”. ¿La sanción? La descalificación inmediata, algo que Crawford asumió desde el primer momento.
“Este es el torneo amateur más grande del mundo y es un compromiso adquirido tanto con el propio evento como con todos mis compañeros. Tener un final así es muy decepcionante, pero conozco las reglas y, aunque no he obtenido ventaja en ningún momento, sé que esto no está permitido. Nadie se hubiese enterado de haber continuado jugando, aunque debo ser honesto conmigo mismo”, comentó el protagonista ante los micrófonos de ESPN.
Un gesto que le honra y que hace de este deporte una rara avis dentro de una época donde parece que el engaño –mal llamada pillería- está a la orden del día.