El pasado 25 de diciembre la tragedia salpicó al golf en el estado de Indiana. Stephen Conrad, leyenda de este deporte en la costa este norteamericana tanto en categorías inferiores como amateur, moría tras un fatal accidente de tráfico a los 31 años cuando procedía a pasar junto a su familia el día de Navidad. Los hechos ocurrieron en un abrir y cerrar de ojos, según relata la policía. Y es que Conrad se vio envuelto sin comerlo ni beberlo en una carrera ilegal entre dos coches en la que, tras un adelantamiento imprudente, uno de esos vehículos se acabó estrellando frontalmente contra el auto del ex jugador a la altura de Syracuse (Indiana), provocando la muerte de éste y de su madre, Kimberly, quien se encontraba como copiloto.
Las palabras de quienes fueron sus amigos y compañeros en el mundo del golf no se han hecho esperar y, con un profundo pesar y una rabia inusitada, lamentan la muerte de una persona entrañable, cercana y con una gran devoción por los demás. “Stephen ha sido el mejor golfista de la historia de Wawasee”, afirmó al Times Union Steve Coverstone, el que fuera su entrenador en los Warriors de Wawasee. “Era un grandísimo compañero de equipo y una buena persona. Siempre fue el primero en sentarse durante un partido para que otros pudieron jugar”, comentó.
Stephen se graduó en el instituto Wawasee en el año 2003, habiendo liderado al equipo en muchas ocasiones hacia las rondas finales del campeonato estatal. Esto hizo que en 2015 fuera incorporado al Salón de la Fama del Golf de la escuela secundaria de Indiana. Pese a que su relación con el golf a nivel profesional nunca surtió efecto, siempre continuó vinculado a este deporte. De hecho, ejercía funciones de asistencia en la tienda de golf del Anthem Golf and Country Club de Phoenix (Arizona), donde residía.