El australiano vuelve al lugar del crimen –y nunca mejor dicho-. Seguro que recuerdan la rocambolesca historia de Robert Allenby durante la disputa del Sony Open del año pasado. El golfista oceánico, que no pudo superar el corte sobre la hierba del Waialae GC de Honolulu (Hawái,) vivió un infierno en forma robo y agresión después de haberse marchado junto a un amigo a ahogar las penas por su discreto papel en el evento.
Aquí, según asegura el propio Allenby, fue drogado después de que le introdujeran una sustancia en la bebida –él se había marchado un momento al aseo- para, unos instantes más adelante, ser “secuestrado, golpeado y abandonado en un parque”.
Muchas han sido las teorías que han aparecido desde entonces, desde que si el golfista estaba en un club de striptease en lugar de en un bar hasta que fingió todo. Lo único cierto es que, un año después, la policía sigue investigando este polémico asunto sin dar por cerrado el caso.
A pesar de todo ello, el actual número 600 del mundo ha hecho de tripas corazón y se personará esta semana en Hawái 12 meses después de lo sucedido para disputar el Sony Open, algo que hace por respeto a los buenos momentos que ha vivido en este lugar: “Tengo muchos recuerdos agradables de este sitio, no iba a dejar que una mala experiencia me arruinara todo. Además, para mi propio bienestar, he pensado que lo mejor era venir aquí y enfrentarme al problema para que la herida cicatrice cuanto más rápido mejor”, aseguró en una reciente entrevista a la agencia de noticias Associated Press.
Ahora bien, ya ha aprendido la lección. Allenby ha prometido que en caso de que vaya a tomar una copa no perderá de vista el vaso en ningún momento: “Ahora tengo más cautela que nunca. El consejo más importante que puedo dar es que nadie deje la bebida sin vigilancia alguna, porque puede desencadenar unas consecuencias desagradables”.