Nick Dunlap tenía un putt que en principio no parecía difícil. Al fin y al cabo era recto y sin caídas de apenas 175 centímetros. Pero ese putt suponía mucho más. Era un putt para hacer historia, para que ganara un amateur desde que en 1991 lo hiciera Phil Mickelson por última vez en el Abierto de Tucson y para ser el jugador más joven en ganar en el PGA Tour desde 1910. Y todo ello sin tocar calle en ese último hoyo. Ahí es nada.
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