Se acabó el seguir la retransmisión del concurso de los pares 3 de Augusta sin saber si va a encadenar la cena con el desayuno sin una cabezadita por medio. Vale, quizá estemos exagerando un poco, pero es que durante los últimos años –y más desde el año 2008, que se retransmite en directo a través de las cámaras de la ESPN – este célebre evento que da la bienvenida al primer Major de la temporada ha experimentado un aumento exponencial tanto en el número de visitantes como en el tiempo por el que transcurre la prueba. Y, claro, la organización ha tenido que cortar por lo sano.
Amparándose en el refranero español, el Masters de Augusta ha cogido el toro por los cuernos y ha dicho esa célebre frase de “lo bueno si breve, dos veces bueno”. Adiós, pues, a las decenas de invitados de honor que poblaban la cita –tienen la consideración de invitados de honor los que, habiendo conseguido una victoria en el US Open, The Open, PGA Championship o US Open Amateur, no se hayan clasificado por méritos propios para Augusta, independientemente del tiempo que haya transcurrido desde la hazaña-.
En esta ocasión la dirección ha sido tajante: solo jugarán el Masters Par 3 Contest los jugadores sobre el campo, además de los antiguos campeones sobre la hierba del Augusta National. El comunicado ha caído como un jarro de agua fría para muchos jugadores, que marcaban este miércoles como una gran cita dentro de su calendario anual. Es el caso de David Duval, campeón del Open en 2001, que lo calificó como una decisión “muy triste”, aunque comprendía la medida adoptada para aliviar de masificaciones el evento.
En esta misma línea apuntaba también Ian Baker-Finch, que consiguió la Jarra de Clarete una década antes, en 1991. “Como persona e invitado de honor me siento decepcionado, porque era mi día favorito del año”, afirmó el australiano. “De todos modos, todavía me tendrán por allí, si no por dentro, por fuera de las cuerdas”, apuntilló.
Y es que pueden quedarse tranquilos los invitados de honor. Seguirán gozando de los mismos privilegios de su estancia en Augusta aun sin jugar. Como siempre decimos: las penas con pan son menos penas.