Puede que a alguno se le escapara una sonrisilla al ver a Otaegui el pasado domingo -medio en broma, medio en serio- reclamar la atención de Thomas Bjorn tras cosechar el triunfo en el Belgian Knockout. Pero lo cierto es que puede que estemos ante uno de los jugadores más fieros a nivel mundial en el uno contra uno. No lo decimos nosotros, los números hablan por sí solos y evidencian que el deportista vasco vive una auténtica transformación cuando se trata de Match Play.
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Trece partidos lleva disputados como profesional bajo esta modalidad y en todos ellos el resultado ha acabado siendo el mismo: victoria. Lo hizo en el verano de 2017 durante el Paul Lawrie Match Play, cuando dio toda una exhibición en los seis partidos que disputó sobre el Golf Resort Bad Griesbach -lástima que este año no pueda revalidar título ante la desaparición del torneo en el calendario del circuito- y lo repitió hace solo unos días mostrándose imbatible desde la ronda de 1/64 hasta la mismísima final ante Hebert.
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Un killer que, cuando se trata de ganar, no mira si tiene delante a un compatriota -destrozó en Alemania a Alejandro Cañizares en semifinales por un rotundo 6&5 y en Bélgica a Jorge Campillo en la ronda de cuartos tras finalizar los nueve hoyos bajo par– o a un jugador de otra nacionalidad. Si a esto le sumamos un momento de forma espectacular -ha firmado Top 12 en sus cinco últimos torneos, incluyendo un subcampeonato en el Volvo China Open y el triunfo en el país centroeuropeo- tenemos a todo un Top 100 mundial -concretamente el número 77 del planeta-.
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Mucho ojo porque quedan unos cuantos meses y todavía hay algunos nombres en el aire. ¿Podría estar planteándose Bjorn utilizar una de sus wildcards en un golfista con ADN Ryder Cup? Se antoja difícil, pero solo Adrián podría convencer definitivamente al danés de que su eficacia no tiene parangón en el viejo continente.