Muchos podrían pensar tras su último año y medio sobre los campos que Brooks Koepka se había transformado, que se había convertido en uno de esos muñecos rotos que se lastiman de tanto usarlo y que campan a decenas a lo largo de todo el deporte profesional. Sin embargo, a pesar de la lesión en la pierna izquierda, la recaída y su interminable paso por el purgatorio golfístico -que incluso le llevó a afirmar que no sabía si alguna vez podría recuperar su juego- a BK todavía le queda cuerda para rato.
Lo demostró esta semana sobre la hierba del TPC Scottsdale, llegando hasta el 19 bajo par para conquistar el triunfo y de paso mandar un mensaje a sus detractores, los mismos que permanecieron a la sombra cuando se convirtió en número 1 del mundo tras acumular dos US Open y dos PGA Championship en un transcurso de dos años. “Durante todo el fin de semana supe que tendría una oportunidad”, comentó Koepka tras levantar su octavo título en la mejor gira del planeta.
“Estoy muy satisfecho con la manera en la que he terminado el torneo. He logrado algunos grandes golpes en la recta final que me han facilitado la tarea. No había estado en la disputa por un torneo desde hace dios sabe cuánto, pero el haber conseguido esto bajo presión me da mucha confianza de cara al futuro”, confirmó el deportista de las barras y estrellas. Un resultado con el que espera poner fin a las continuas dudas que genera su maltrecha rodilla izquierda.
“Hubo un período de dos meses en el que me pregunté muchas veces si alguna vez volvería a ser el mismo, si sería siquiera una pequeña parte del jugador que fui. Mi rodilla, sin importar cuánto trabajo estuviera haciendo con mi entrenador, parecía que no progresaba. Y esto es lo más frustrante de todo. Al final, pese al dolor y a las lágrimas, tienes que reponerte. Se necesita mucho esfuerzo, pero de esta situación también se sale. Mentalmente siempre creí que lo podría hacer”, sentenció.