En esos momentos era un golpe sobre la mesa. La salida de Patrick Cantlay en el par 3 del hoyo 15 (el icónico del campo) suponía dejar la bola a poco más de metro y medio del agujero y, por ende, quedarse muy cerca de lograr el tercer birdie de manera consecutiva en el campeonato. Un acierto que parecía definitivo y que se convirtió unos minutos después en fundamental tras anotarse el bogey sólo una bandera después. Un disparo brutal que estuvo cerca incluso de convertirse en un Hoyo en Uno.