El Tenerife Open de España Femenino ha volado a Sudáfrica por segundo año consecutivo, una querencia generada hace doce meses por el vendaval de juego de Lee-Anne Pace que se ha reproducido en esta ocasión en Golf Costa Adeje gracias al impresionante magisterio de Connie Chen, una joven golfista de apenas 21 años que estrena con esta victoria su palmarés profesional.
A pesar de albergar en su seno decenas de alternativas e incertidumbres a lo largo de un desarrollo palpitante durante tres jornadas de emociones extremas, el Tenerife Open de España Femenino ha permanecido fiel a su historia, esa acumulación de acontecimientos que dicta que ninguna española ha abrazado el título –a pesar de que Carlota Ciganda y su admirable lucha le llevaron a acabar en segunda posición–, que nadie es capaz de reeditar triunfo –la defensora del entorchado, la sudafricana Lee-Anne Pace, terminó decimosexta– y que es más que habitual que jugadoras con el palmarés huérfano de satisfacciones aprovechen el Open de España Femenino para construir, a partir de su victoria, trayectorias sumamente interesantes. Informa el Gabinete de Prensa de la RFEG.
Connie Chen ha cumplido con todas esas premisas, joven, con pasado deportivo casi ignoto –¡un solo Top 10 en 52 participaciones en torneos del Ladies European Tour antes de llegar a Tenerife!– y un futuro a partir de ahora prometedor.
Quinta, segunda, primera en las jornadas previas, la menuda Connie Chen siempre formó parte de este multitudinario grupo de aspirantes al triunfo en este apasionante Tenerife Open de España Femenino, labrando su ascendente trayectoria a base de una pegada corta pero admirablemente recta, muy recta, con golpes de aproximación certeros y una solidez y paciencia con el putt que quizá provenga de la ascendencia oriental de sus progenitores.
Sea como fuere, Connie Chen ofreció serena y machacona eficacia a las decenas y decenas de furiosos ataques de sus múltiples rivales, un grupo variopinto en experiencia unido por el denominador común de la búsqueda de un triunfo esquivo porque Connie Chen, a la chita callando, golpe a golpe –“que corta le pega, pero qué recta”– construyó una tarjeta final inalcanzable desde el momento en que, en el hoyo 13, un espectacular eagle abría una brecha ya irremediable y definitiva.
Ni siquiera Carlota Ciganda, ese ejemplo de pundonor que supone una maravilla para la vista y el corazón de quien lo contempla, ese batallar continuo en busca del más allá, del golpe aún más certero, de la superación de las circunstancias más adversas, encontró la fórmula para derrotar la apisonadora actitud de Connie Chen, mente de hielo frente a los sucesivos ataques de muchas otras bien curtidas en batallas ganadoras.
La navarra, espectáculo puro de principio a fin, maniobró desde el primer hoyo en la búsqueda del birdie, obligada conquista para adquirir la victoria. Lo consiguió pronto, en el hoyo 3 y en el 5, e incluso pudo reproducir aún más situaciones victoriosas de no mediar desviaciones milimétricas en sus tiros de putt que dejaban la bola literalmente colgando la bola del agujero.
En el ecuador del recorrido la existencia de Carlota Ciganda se pobló de negros nubarrones, dos bogeys consecutivos tras golpear mal la bola en el hoyo 8 que le descabalgaron de las primeras posiciones, ese territorio tan propio que volvió a recuperar a base de coraje, esa actitud indomable que le hace levantarse ante la situaciones más adversas, ese birdie en el hoyo 11 reproducido poco después en el 13 ¡y otro más en el 17!, una carrera contrarreloj en esa caza y captura a Connie Chen, cuatro golpes de ventaja reducidos a tres, a dos… con Carlota Ciganda ya en la casa club con la satisfacción del trabajo bien hecho. “Quería ganar, ese era mi objetivo, pero si no ganas lo mejor es ser segunda”. Palabra de Carlota Ciganda.