Tras visitar el agua con su segundo golpe en el par 5 del hoyo 11, Chase Seiffert buscaba por todos los medios posibles un buen golpe que le permitiera salvar el par y no ver fastidiado todo el esfuerzo que había realizado hasta ese momento en la ronda. Sin embargo, el norteamericano iba buscando cobre y acabó encontrando oro. Y es que, tras dropar, la bola se quedó en la calle a 129 yardas de la bandera, una distancia desde la que aprovechó para colarla directamente en el agujero y firmar un birdie tan inesperado como increíble. Una grata sorpresa que le permitió finalmente alcanzar la cuarta posición en solitario en el campeonato.