El último campeonato de las Series Mundiales tendrá emoción hasta el final con el Bridgestone Invitational como inmejorable estampa de fondo. Y es que, tras 54 hoyos jugados, nadie ha sido capaz de coger el toro por los cuernos a escasas dos semanas de que arranque en Royal Troon The Open Championship.
Por nivel no será, pues sobre la moqueta del Firestone de Akron (Ohio) se encuentra la crème de la crème del golf mundial –obviando a los jugadores europeos, claro está-. Sin embargo, el campo ha causado serios problemas a todos sus inquilinos y solo Jason Day (-5) y Scott Piercy (-5) han sabido leerle el juego.
El australiano y el estadounidense jugarán este domingo el último y trascendental partido del campeonato, un encuentro que servirá para dirimir si el oceánico sigue escribiendo una nueva página maravillosa en este deporte y consigue sumar su novena victoria en el circuito norteamericano en los últimos 18 meses.
Para ello Day tendrá que dar algo más de sí, porque lo cierto es que hoy no ha estado bien con los hierros, y eso se ha podido comprobar en todas y cada una de las oportunidades de birdie que se dejaba. 6 metros, 7, 8… En definitiva, que el aussie puede dar gracias de haber acabado con -1 su ronda sabatina después de tres birdies y dos bogeys que, al menos, le han permitido conservar el liderato, aunque sea compartido.
Su compañero de puesto es Scott Piercy, reciente subcampeón en Oakmont, que hoy ha entregado una de las mejores cartulinas del día con -3, solo por detrás de su compatriota Dustin Johnson, con -4. Y por un pelo no ostenta en solitario el liderato. Para ser más exactos ha sido metro y medio lo que le ha impedido irse primero a Casa Club, la distancia que le ha faltado para embocar un putt que tenía en el 18 para par. El norteamericano está de dulce y sería extraño que mañana no planteara batalla por la victoria.
Aunque ninguno de los dos debería confiarse, pues la situación está muy comprimida por arriba y Lingmerth (-4) y Stuard (-3) estarán atentos a cualquier desfallecimiento del grupo de cabeza para ponerse a rueda e incluso rebasarles. La emoción está servida.