Un extraordinario eagle en la antepenúltima bandera del domingo fue el broche de oro a la gran semana protagonizada por Bryson DeChambeau (66 golpes, -2!) en Las Vegas. El jugador estadounidense, que en esos momentos marchaba colíder del evento junto a su compatriota Patrick Cantlay (65 golpes, -21), le recortó en un abrir y cerrar de ojos dos golpes al TPC Summerlin para sumar así el cuarto triunfo de lo que llevamos de 2018 -primero en la nueva temporada del PGA Tour- y continuar la escalada en un ránking mundial en el que en estos momentos ya es quinto.
Hasta ese momento el jugador californiano presentaba unos números bastante aseados con cuatro birdies y un solitario bogey. Sin embargo, no eran suficientes para deshacerse de su compatriota, que en las mismas banderas acumulaba ocho aciertos. Y es que, al igual que ocurriera durante la jornada del movimiento, Bryson no estuvo todo lo fino que hubiera deseado con el putter -al contrario que en el resto de aspectos de su juego, donde se mostró muy constante-. Un hecho que a punto estuvo de costarle la victoria si no llega a ser por la maravilla vivida en el 16.
Después de un segundo golpe por encima del obstáculo de agua con el que su bola se instaló en las proximidades de green, el joven jugador nacido en Modesto sacó su putter a pasear para lograr el mejor golpe de la semana desde casi dieciocho metros. Un purito con la fuerza y altura justa para que rodara y rodara hasta visitar el fondo del agujero. Y la celebración, claro está, tenía que estar a la altura de lo que acababa de conseguir. Puños al aire, gritos, toda algarabía era poca para lo que acababa de conseguir. Y es que justo en ese momento Cantlay sellaba con bogey el 17 en un doble hoyo de manual. Fue sin lugar a dudas el momento de campeonato y un instante que el jugador californiano tardará mucho tiempo en olvidar.
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