El californiano, que no volverá a jugar en un torneo hasta el Masters, añadió que pegará unas dos mil bolas en las cuatro próximas semanas
Lo cierto es que cada vez nos vamos acostumbrando más a las excentricidades de Bryson DeChambeau, pero eso no quita para que sigamos sorprendiéndonos por las ocurrencias del californiano, que no deja a nadie indiferente cada vez que tiene delante un micrófono. Volvió a suceder este pasado domingo tras la disputa del Shriners Hospitals for Children Open, un torneo en el que, a pesar del buen inicio del jugador de Modesto -el jueves terminó con un nueve bajo par sin errores-, acabó firmando la octava plaza tras verse perjudicado por una mala jornada el sábado.
Y es que el vigente campeón del US Open, además de reconocer que había disputado en el TPC Summerlin su último torneo competitivo antes de la cita de noviembre en el Augusta National, dio explicó por dónde iba a ir su preparación para la tradicionalmente considerada primera cita en el calendario de los Majors. “Todavía tengo que mejorar algunas cosas con el equipo en el próximo mes”, comenzó afirmando el actual número cinco del planeta. “Siento que las ventajas físicas que tengo podrían permitirme mejorar mucho en función del equipo. Todavía no tenemos la clave, pero estamos trabajando entre bastidores”, argumentó el norteamericano.
De momento, lo que sí que asegura es que no tocará un palo hasta la próxima semana. «Quiero pasar varios días centrándome exclusivamente en el ejercicio y ganar algo de peso. Espero poder quedarme alrededor de los 111 kilos«, matizó. Y cuando vuelva a cogerlos, se centrará sobre todo en el driver con el que competirá en Augusta, un palo de 48 pulgadas -el máximo permitido por las Reglas del Golf-. “En las próximas cuatro semanas, mi objetivo es pegar unas dos mil bolas con el driver para aumentar la velocidad de swing. Quiero encontrar las ventajas que me permitan ser mejor con mi juego. Creo que ha habido un gran cambio este año y no voy a parar”, sentenció.
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