Todavía está que no se lo cree. Jason Dufner consiguió el pasado domingo uno de los mejores golpes de toda su carrera en el 17 del CareerBuilder Challenge. Un chip milagroso que le posibilitó firmar el par y le llevó directamente al PlayOff frente al sueco David Lingmerth, al que minutos después despidió en el segundo hoyo del desempate.
Sin embargo, no era el resultado de este golpe lo que impresionó al golfista estadounidense, sino la posición perfecta en la que había quedado la bola después de que las rocas recogieran una salida desde el tee que estaba predestinada a finalizar en el agua.
“Era un disparo muy limpio”, afirmó Dufner a los periodistas. “Fue muy fácil. No quiero que suene como si no me hubiera costado esfuerzo, pero cuando llegué la bola se encontraba en una pequeña zona de arena sin piedras en el camino. Me sentí muy cómodo”. Fue el comienzo de una serie de carambolas que hicieron de ése el tiro soñado.
“El ángulo era perfecto, así como mi posición corporal. Además, pude subirme a un par de rocas que posibilitaron que no estuviera descompensado. Pensándolo fríamente, había una posibilidad entre 50 millones que la pelota acabara ahí. Pero ocurrió. Y yo fui el ganador”, confirmó con una gran sonrisa a los medios de comunicación.
De hecho, la victoria en La Quinta –la primera desde agosto de 2013- le estimuló el sentido del humor, una alegría que había perdido en los últimos tiempos como consecuencia de los continuos problemas físicos y el divorcio de su mujer.
Esto pudo verse en Twitter, donde Jordan Spieth, tras felicitar a Rickie Fowler y Jason Dufner por sus respectivos triunfos en este comienzo de año, recibió una respuesta de éste último de lo más original: “El nuevo Big 3”. Qué diferencia con respecto a hace un mes, cuando las redes sociales del jugador de 38 años eran un hervidero constante de críticas y menosprecios. Y es que con una victoria todo se ve de otro color.