En condiciones normales este golpe se hubiese jugado con una cantidad ingente de personas a su alrededor y con el agravante de tener que templar los nervios para no echar por tierra una tarjeta que en esos momentos reflejaba un tres bajo par. Pero Dustin Johnson contó con la ventaja de estar solo y poder meditar sobre este complicado golpe. Tanto fue así que el estadounidense logró el mejor disparo del día después de que, sin apenas visibilidad, consiguiera dejar la bola a medio metro del agujero. Cosas de la tranquilidad de la que gozan ahora los campos del PGA Tour.