Estamos en la recta final de este anual período de inactividad en el mundo del golf, el conocido en el argot anglosajón como silly season –algo así como la temporada absurda-. Desde que a finales del mes de noviembre se disputara la Copa del Mundo en Melbourne (Australia) y hasta que el Sony Open vuelva a levantar el telón –sí, como están viendo obviamos el Torneo de Campeones de Kapalua- se ha disputado algún que otro evento de esos que denominamos “amistosos” –ya saben, el organizado por la fundación de Tiger y el Franklin Templeton Shootout no reparten puntos FedEx y están más destinados al disfrute de los aficionados-.
Es un buen momento, pues, para recordar uno de los peores torneos de golf jamás organizados en estas fechas, ahora que se va a cumplir el 23er aniversario desde que se disputó. Corría el año 1993. Big Cat todavía no había llegado a la televisión y para darle un impulso a este deporte en la pequeña pantalla se decidió organizar el Pro Stakes, un torneo que se jugó en el Dove Canyon Country Club de California del 2 al 3 de enero con solo cuatro participantes –John Daly, Peter Jacobsen, Craig Stadler y Fuzzy Zoeller- y con unas reglas que aún a día de hoy seguimos preguntándonos a qué brillante genio se le ocurrieron.
La cosa prometió desde el inicio. John Daly fue ingresado en una clínica de desintoxicación a pocos días del inicio y su lugar fue ocupado por Chi Chi Rodríguez. Hasta aquí todo normal (¿?). El problema vino cuando comenzó el torneo, un quilombo de tal magnitud que el periodista John Strege lo definió así en una columna de Los Angeles Times: “Se trata de un sistema de puntos donde cada jugador va sumando a su cuenta en función de la distancia del drive, colocación de bola en green y distancia hasta la bandera, entre otros. En los nueve hoyos finales los jugadores podrán apostar entre sí en estas categorías y conseguir los puntos apostados, sin que puedan robarse los del contrincante”. Casi nada.
Como imaginarán, ni los encargados de llevar la puntuación sabían por dónde iban los tiros en cada momento. Al final del primer día el líder fue Jacobsen, aunque el ganador de la competición fue Fuzzy Zoeller –“o eso nos hicieron creer”, como afirma el propio Strege-, que se llevó a casa los 205 mil dólares del premio. Para que vean cómo han mejorado las cosas…